Siguiendo las pistas de fedorqui, llego a la siguiente respuesta:
El sufijo -ata en bocata, drogata y segurata es un sufijo jergal, explicado en la gramática en el epígrafe 6.11n:
En la lengua juvenil del español europeo se documentan algunas formaciones con los sufijos -ota, -eta y -ata, a menudo de sentido despectivo [...]
Cita como ejemplos drogota, fumeta, pasota, aunque también sociata y segurata. En esta categoría también entrarían bocata, tocata, cubata y otros que, como apunta cdlvcdlv, se alejan del sentido peyorativo e introducen un sentido de cercanía o incluso de hacer al hablante más molón. Curiosamente, la palabra bocata fue al parecer invención del gran Forges:
¿Y los sufijos en –ata?: bocata, cubata, tocata, segurata... Las tres primeras han entrado en el Diccionario, donde se anota esa formación con el sufijo jergal –ata. Forges aclara: “Bocata sí que lo inventé yo, y tocata también. Pero cubata y segurata, no”. Esa manera de llamar al bocadillo, al cubalibre, al tocadiscos y al vigilante parte de los propios recursos del idioma, los mismos que nos dan “caminata” o “perorata”, aunque tal vez un poco dislocados para la ocasión, como sucede con estupendérrimo.
En los casos de fogata y culata, se aplica lo dicho en la RAE para el sufijo -ata: fogata sería el efecto del fuego, y culata (aunque no es un adjetivo) sería la cualidad de "ser el culo", aunque en este caso la palabra vino del italiano ya así.